Temer es una trampa
La Biblia nos enseña que aquello que más tememos puede, en muchas ocasiones, terminar haciéndose realidad: “lo que temía me sobrevino” (Job 3:25). El miedo, cuando domina el corazón, puede colocarnos en situaciones de vulnerabilidad, ya sea ante la posibilidad de perder a un ser querido, enfrentar la pérdida del empleo o atravesar dificultades de distinta índole.
El temor, lejos de protegernos, puede convertirse en una verdadera trampa. Sin embargo, la Palabra de Dios afirma que “el perfecto amor echa fuera el miedo” (1 (Juan 4:18). Como hijos de Dios, no estamos llamados a vivir bajo la esclavitud del temor. Es natural que en determinadas circunstancias sintamos incertidumbre o preocupación por lo que pueda suceder, pero la Biblia nos recuerda que podemos entregar a Dios cada una de nuestras cargas, temores y ansiedades. Él cuida de nosotros.
No es casualidad que, a lo largo de las Escrituras, se repita una y otra vez la exhortación: “No temas”. El versículo de hoy nos recuerda que no debemos temer al hombre, que es mortal, sino confiar en el Señor, que es eterno.
El mismo Dios declara:
“Yo soy aquel que los consuela. ¿Quién eres tú para que tengas miedo del hombre, que es mortal, o del hijo del hombre, que no es más que hierba?”
(Isaías 51:12).
Con frecuencia enfrentamos situaciones que despiertan temor: la salud, la economía o el riesgo de perder a quienes amamos. Sin embargo, sin importar cuáles sean las circunstancias, la Palabra de Dios nos anima con esta certeza: Él es nuestro consuelo, aun en medio de la inseguridad y el miedo.
No debemos temer al hombre que es mortal, porque la Biblia nos fortalece y nos anima a vivir con fe, confiando en que el Señor es nuestra seguridad y fortaleza.
Que Dios te bendiga y te guarde en el nombre de Jesús.
Un abrazo
Priscila Leal